¿Es necesario llegar a la cima?

Chorizo_Chocolate.jpg

Hay veces que meto a propósito juegos que entre si no tienen nada en común para que llenen un artículo pues por separado no me dan el juego necesario y más que una parrafada parece que este escribiendo un tweet. En otras ocasiones meto juegos muy parecidos para sacar sus virtudes y defectos teniendo al otro como comparativa. O incluso por una temática común o ser de la misma franquicia. Pero hasta el momento de escribir este artículo lo único que pensaría sobre los 2 juegos que voy a hablar de hoy es que tuvieron la coincidencia de que los jugase a la vez. Nada más. Sin embargo, fuera por la influencia sobre lo sentido en uno de ellos que me afecto a la experiencia jugable del otro. No son de franquicias similares. Ni son de la misma época y por supuesto su jugabilidad están a años luz una de otra.

Hoy hablaré de Celeste, un indie entre indies plataformero que fue años atrás muy conocido y que estos días brilló una última vez por su DLC gratuito y por otro lado Digimon World 2003, juego de Playstation 1 cuya salida viene reflejada en el nombre y uno de los que ostenta ser una espina clavada en mi costado por una mala experiencia sufrida por mi al acabarlo años atrás y cuya anécdota fue de las primeras contadas en el blog.

¿Por qué estos dos? ¿Es que acaso tienen algo en común? ¿Es esto una reseña siquiera? Las respuestas a esta pregunta tras el salto:

Madeline.png

Con una lista interminable de juegos por jugar en las cada vez más numerosas bibliotecas de juegos en Pc y una aún más longeva en lista de deseados, Celeste era uno de esos juegos que aunque a flote destacando sobre muchos otros, no me cuadró de jugarlo hasta que Epic Games, esa empresa que busca derrotar a Steam a golpe de talonario bañado bailes del Fortnite, lo regaló como muchos otros juegos. Sin la excusa del dinero de por medio, lo pillé y empecé a jugarlo.

Sobra decir que como amante de las plataformas que siempre me gusta decir que soy me lo pasé en grande. Los niveles normales me fascinaban y las cara B que desbloqueaba me hacían sonreír cual Saitama encontrando su combate deseado reavivando aquellos juegos como Super Meat Boy, I wanna be the guy o Mario Bros The Lost Levels. Y mientras tanto también avanzaba por la historia, que muestra una protagonista tan obstinada a subir la montaña como nosotros a pasarnos dicho juego. Al tomarme el juego con calma jugando 1 o 2 capítulos como mucho al día (que ya bastante son) justo conseguí todos los corazones rojos y azules para la salida del capítulo 9, la última actualización del juego y un último viaje con los personajes de los que tan fácil resulta encariñarse. Como no podía ser de otra forma dicho capítulo contiene unos niveles que al igual que la espiral de los shonen, es todavía más difícil que los anteriores.

Poco a poco avanzaba hasta encontrarme con lo que más tarde me haría frenar de golpe, el llamado «wavedashing» para quienes no llegaron tan lejos o no le interesan los anglicismos, esta mecánica consiste en usar el impulso de la protagonista y principal mecánica del juego pero en lugar de que funcione como segundo salto aquí te chocas contra el suelo de forma diagonal y si en el momento justo presionas el botón de salto obtendrás un avance brutal. Había una mecánica similar donde usando el impulso y al acercarte a un muro usabas el botón de salto obtenías un ascenso extra, algo que era indispensable para superar los últimos niveles de la cara B del juego. Sin embargo aunque este «walldashing» o como lo quieran llamar no me suponía mucho esfuerzo, el wavedashing no me salía.

Y me caía al vacío, una y otra vez, sin descanso, tomaba pausas por si ya estaba muy cansado y al volver seguía pifiando. Lo peor de todo es que apenas pasé del tutorial donde te enseñan a manejarte con esta mecánica.
Llegó un punto en el que decidí dejar de jugar al juego, ya lo retomaría más tarde. Sin embargo, en el momento de desconectar un poco, sin saber exactamente si estos pensamientos me llegaron paseando con música, haciendo alguna tarea mecánica o intentando dormir me aparecieron en mente.

Galacticmon.png

Tras terminarme hace unas semanas el segundo juego de South Park (se que hay más aparte de Stick of the Truth y Retaguardia en peligro pero bueno, estos son los más sonados) me quedaron ganas de pillar un RPG para tener unos cuantos niveles y me vino a la cabeza una partida que tenía empezada de Digimon World 2003 y que no jugaba desde el 2013 así que tras un par de ajustes para poderlo jugar y un par de horas ayudado por una guía para reubicarme me puse a jugar.

No tengo claro si es que el juego envejeció mal o siempre ha sido así de horrible. Una historia sobre quedarse atrapado en un videojuego algo rancia, una traducción que aunque no llega los niveles de allevoy podría ponerse a su lado y cubrir sus espaldas en las batallas por las traducciones y una sucesión del argumento sobre ser un recadero que me hacer añorar con nostalgia los tiempos del Roc imperial en el tercer juego de Golden Sun. Todo esto ayudado por una guía, de tener que deducir todos los pasos a seguir sin ayuda y con la pésima explicación sobre que has de hacer dudo que recordase siquiera que tenía que hacer en el juego. Sin contar el reciclado de mapa con un servidor a mayores para alargar innecesariamente el juego, el innecesario y confuso laberinto de Digmon cada vez que quieras moverte por el mapa (Submarimon es igual de repetitivo pero al menos es un poco más intuitivo) o el famoso postgame que no podrás jugar salvo que obtengas 5 objetos de los que no sabrás ni que existen hasta que después de pasarte el juego te los exigirán hasta para ir al servicio.

Pero yo con algo de todudez y con un fino hilo de nostalgia todavía envolviendo al juego y que se negaba a romper seguí jugando. No fue hasta acercarme al final y por ende el momento de ponerse a forjar dichos 5 objetos que desbordase el vaso de mi paciencia. Y es que entre los requisitos de hacer 5 objetos no me molestaba tener que patearme el mapa unas 3 o 4 veces para cada objeto, no, fue el hecho de que para obtener la fase final de un objeto, unos Digimon en concreto deberían subir hasta el nivel 45. Mi equipo de hace unos años, era los 3 digidinos protagonistas de las 3 primeras partes de Digimon: Agumon, Veemon y Guilmon para ser más exactos. Dichas criaturas solo servían para desbloquear uno.

¿Y los otros 4 objetos? Para ello debía pillar otros 4 digimon que encajen en la compatibilidad y comenzar a entrenarlos desde 0 hasta el nivel 45. Y eso aparte de ser una odisea, es algo inmensamente aburrido. En mis momentos de chaval, cuando me pasé el juego por primera y única vez, lo había hecho con el equipo infranivelado porque el crecimiento de los personajes es lentísimo y es posible que en un día ganan solo un par de niveles. Eso sin contar que al poder guardar solo en ciertos puntos y que al perder los 3 Digimon el fin del juego te devuelve a la pantalla de título hace que el entrenamiento sea todavía más intenso y agobiante.
Y fue entonces cuando esa espina de mi cuerpo que llevaba clavada años y años salió disparada por la presión acumulada de pura frustración que me invadía. Y tomé la decisión de dejar de jugar al juego y que le den a los 5 objetos, al postgame y a quien sea que desarrollase el juego. Mi tiempo libre no desborda y ya se me acumulan demasiados juegos pendientes como para perder tiempo jugando a ese.

Montaña.jpg

Otro pensamiento me vino a la mente en el momento de desconectar Celeste. Este ya era alejado del mundo de los videojuegos pero se relacionaba con el indie por representar también la proeza de escalar una montaña.
Hace años, en uno de mis muchos cursos realizados para no morirme del asco mientras encontraba empleo me hallé en un curso de coaching con piel de empredimiento y aunque muchas de sus actividades se centraron en optimismos varios y en el poder de la amistad hubo uno que me resultó interesante y no por el propio ejercicio en si, sino por como me ayudó a ver mis metas y mis logros (por no estirarme más sobre su significado e ir avanzando, está explicado un poco más en este artículo).

Lo que no expliqué en su momento y que me parece algo también importante en esa idea que solo parece tener tintes optimistas es la cara de la otra moneda, el que sucede si no logras llegar a la cima. En ese caso no hay que sentirse mal pues aunque no llegues a la cima, si vueltas la vista atrás puedes ver todo lo que has escalado hasta ahí, todas las mejores, conocimientos adquiridos… Vamos que pese en la derrota de tus objetivos no te has ido de allí sin ganar nada. La experiencia ganada en la derrota es igual o incluso mejor a la adquirida en la victoria.

Pero dejémonos de discursos dignos de Youtubers casposos capaces de cobrarte 1000€ por un papelito sin valor y volvamos al tema de Celeste.

Capítulo_9.jpeg

Una parte buena (para mi al menos) es la carencia de logros en la plataforma de Epic Games, es algo liberador pues cada vez que entres no hay una pestaña ahí, hurgándote en la herida que de los 100 logros que pueda tener un juego tu solo tienes 2. No suelo hacerle caso porque ser un completista de logros es algo ya muy fuera de mi alcance pero es un recordatorio constante de que aunque te pasases el juego todavía podrías superarlo, exprimirlo o jugarlo más.

Aunque sea liberador, el juego de todas formas te sigue sacando contenido para ponerte a prueba y en cierta forma eso es similar a los logros. Pero en mi momento de descanso post-Celeste vi que existía un modo al que no había hecho caso hasta ahora, el modo asistente.
Un modo que básicamente te permite ser invulnerable, tener resistencia infinita y tener todos los impulsos que quieras. Un modo que el propio juego te indica que se aleja de la idea principal del juego pero que está ahí para quienes prefieran saltarse algún nivel que se les atraganta o hacerse el juego de forma más sencilla.

Normalmente renegaría de ese modo como reniego de aquel mapache dorado en algunos juegos de Mario, en cierta forma me lo tomo como un insulto cuando me lo proponen pero la verdad, tras comprobar que el wavedashing continuaba saliendome fatal y que la única forma de pasarse el último nivel de Celeste era una constante lotería donde además de lograr salirme bien debía hacerlo en la dirección correcta o coordinarme con otras mecánicas activé todos los trucos. Total, conociéndome como quería saber el final de la historia la terminaría viendo en un vídeo de Youtube porque no iba pasarme el nivel y entre tener que ver un final de una historia teniendo que adaptarme a la velocidad de lectura de otro jugador o peor, a verle la cara en una esquina del vídeo haciendo comentarios en busca de empatía o gracia preferí las trampas y verlo a mi ritmo.

Y la verdad, me lo pasé en grande. Después de tanto sufrimiento y de morir un mínimo de 50 veces en una pantalla el poder sobrevolar todo sin consecuencias me pareció liberador y relajante. Como recompensa final pude disfrutar del final desde mi punto de vista sin perturbaciones de terceros.
Esto en otros tiempos me habría afectado a esa medallita «gamer» que parece que tenemos que otorgarnos los unos a los otros pero hoy en día no me podía importar menos.
No superé el capítulo 9 de Celeste ni sus caras C ¿Y que? Logré pasarme el modo historia y las caras B y para mi es suficiente. Y habrá muchos que lograsen completar el juego como habrá otros que en los juegos profesionales ganen torneos. Es algo que hay que aceptar pues siempre, en todos tus hábitos habrá alguien que será mejor que tu. Y si aún no lo encontraste no te lo creas demasiado porque cuando aparezca el golpe te va ser más duro de afrontar.

Lo importante es pasárselo bien jugando y hasta ese momento de frustración pese a todas las caídas yo me lo pasé bien, plataformas de ese estilo me chiflan pero llegado a ese atasco ya no me estaba divirtiendo, al menos hasta que decidí usar las trampas, donde volví a divertirme y aunque fue una experiencia más breve la recuerdo como ese momento que tras mucho tiempo de dieta te metes entre pecho y espalda una comida basura con tantas calorías que podría provocar diabetes solo de verla.
Esto no quita que quizá un día me aventure a pasarme el capítulo 9 de forma legal o superar las caras C, el juego sigue ahí (por lo menos hasta que a Epic no se le acaben las ganancias del Fortnite) y no va marchar a ningún lado. Solo que por el momento no me apetece seguir dedicándole tiempo.
Y ojo, esto no es algo malo hacía el juego, recomiendo a todo el mundo el Celeste, es un juego brillante en todos los sentidos, te enseña en sus primeras pantallas a jugar con lo que te encontrarás más adelante, una historia corta pero intensa y atrapante que refleja a la perfección la batalla interna de nuestra protagonista, un diseño pixelado que fue lo que más me llamó desde un primer lugar y una banda sonora pegadiza que te vendrá bien escuchar hasta la saciedad pues en muchas ocasiones vas estar atascado en algún punto, o no, siempre puedes usar los propios trucos que te ofrece el juego.

Está bien que quieras llegar a la cima pero tampoco es necesario que para ello debas dejar partes de ti en el proceso, o llegas entero o casi es mejor que no llegues, ya bastante nos presiona el mundo para que compitamos entre nosotros y aplastemos a los demás para sobrevivir en nuestros trabajos y estudios para que tengamos que hacer lo mismo cuando desconectamos de ese sistema. Y en caso de que llegues, no te quedes mucho rato y planea cual va ser la siguiente montaña a escalar.

Celeste.jpg

3 comentarios en “¿Es necesario llegar a la cima?”

Deja un comentario